lunes, 26 de noviembre de 2012

Salados: EL PUB DE LAS DANTAS


Esta historia va dirigida a nuestro amigo Jaime, "el inspector Truquini”, un personaje que conocimos en el Parque Nacional Natural Amacayacu (amazonía colombiana). Gracias a él pudimos conocer algunos lugares sagrados y estar más cerca de los animales que habitan en la selva.


















Trabajar con Jaime es pasarla bien, es una persona que siempre está disponible a moverse, a reír, que no le da pereza cargar bultos, caminar, remar y hasta cocinar para las personas que él mismo contrata. Como lo vemos en estas imágenes: cocinando y jalando de una canoa en medio de la lluvia, así es él.

Su trabajo es de lo más interesante, se dedica a hacer monitoreo de poblaciones de animales,  enfocado principalmente en la Danta o Tapir y en relación a los salados que es donde los animales van a chupar sales.


















Un salado parece simplemente un charco de agua (así como lo ven en la imagen), una marranera, un barrial, pero en la mitología indígena es mucho mas que eso, es la misma maloka de ellos, lugar donde celebran sus fiestas. Es un lugar muy sagrado que tiene sus normas tradicionales de respeto, donde los cazadores van a ver si está entrado animal y le piden al “dueño del salado" que le de animal para comer. Así es como un cazador entra a un salado a llevar su comida.
No cualquiera puede ir allí, los indígenas son bastante celosos de estos y no es muy fácil conseguir autorización para hacer investigación.

Pero este señor “truquini”, o “el dantero” como lo conocen también, logro entrar, fotografiar con cámaras trampa y seguir la cotidianidad de los personajes que como él dice, van al bar a emborracharse y buscar mujer, igual que nosotros vamos al Pub.
Así él los denomina: EL PUB DE LAS DANTAS.
































Su trabajo está lleno de sorpresas o trucos, según él hay una herramienta para cada cosa y así lo demuestra, desde un candado preparado para el agua, hasta un panel solar portátil para su computador. El saca de su sombrero cantidades de herramientas que uno imaginaría que no existen, por eso: Sr. Truquini.
En estas imágenes podemos ver solo algunas, porque sería solo una sección especial para sus trucos.

El trabajo es participativo, quiere decir que se incluye a las comunidades y se escoge a los más expertos: los cazadores. Ellos son los que conocen los rastros de animales, los salados y la intimidad de la selva.

Con ellos se va hasta el sitio y se colocan cámaras trampa, que funcionan las 24hs con batería. Estas sacan fotos al movimiento de día y de noche. Luego de un tiempo, solo hay que ir a buscar los resultados y cambiar la batería.
A través de las fotos se puede hacer seguimiento a los animales por marcas personales en el cuerpo y ver como sucede la fiesta a través en las noches de borrachera.


Algo interesante de estar cerca de un cazador es la capacidad para ver donde paso un animal, ellos ven lo que a simple vista no se ve, rastros o pasadores en medio de la tupida selva, casualmente una huella que si es fácil de ver es la de la Danta, aquí les mostramos una y el trabajador incansable: la cámara trampa.


Como puede verse en estas imágenes, trabajar aquí es internarse bien dentro de la selva.

Otra manera de hacer estadísticas que “truquini” se ingenió es “el Juego del Cazador”, donde va entrevistando a los cazadores de la comunidad jugando con naipes, reconociendo a los animales que caza y para que se los utiliza, esto facilita mucho el encuestar, jugando...

Así es como nuestro amigo “truquini” nos hizo conocer la selva bien adentro, divirtiéndonos, aventurándonos y jugando al cazador sin matar.




















Gracias viejo Jaime por permitirnos conocer tu trabajo junto a tantos momentos únicos y apoyar nuestra labor.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Viaje al centro de la Madre


Entrar en la selva es como viajar al centro de la vida, todo vive y todo muere constantemente. Aquí la vida y la muerte son la misma fuente.
Este es el diseño interior de esta oficina, como podemos ver es realmente verde. País Arcoíris vivió una experiencia de dos semanas para acercarnos a un trabajo que se asemeja a una historia de ciencia ficción. Esto que vamos a compartir es el trabajo de un grupo de personas privilegiadas que recolecta datos en todo el planeta para conocer más a fondo el cuerpo de nuestra Madre.


Estas oficinas son claramente laboratorios vivintes, en ellas viven miles de especies compitiendo por su existencia.


Al ingresar a la oficina lo primero es delimitar un espacio de trabajo con coordenadas, generando una cuadricula marcada en el suelo con hilos y estacas para lograr un plano de la región con las coordenadas de cada especie. En este caso árboles de la selva amazónica.
Una vez delimitada su oficina comienzan a seleccionar las especies que cumplen con los requisitos a estudiar.


En este caso los árboles que estudian son marcados con una línea, de donde tomarán la dimensión de su cuerpo para estudiar el desarrollo a través de los años y cómo evolucionan en su medio teniendo en cuenta el suelo donde viven, la cantidad de luz que reciben y cómo evolucionan al cambio climático. Cada ejemplar recibe un código y ubicación geográfica dentro del plano.

Una vez que tienen estos datos comienzan nuevos estudios como ubicación de poblaciones, etc.


Los oficinistas tienen muy buena memoria y buen olfato, solo tomando una muestra de una hoja reconocen las características para saber a qué familia pertenece nuestro capturador de CO2.


Estos trabajos son asistidos por los que viven en el lugar y conocen muy bien a sus habitantes. Aquí vemos a un nativo de la etnia Tikuna tomando una muestra de hoja de un árbol.


El trabajo de reconocimiento y clasificación continúa en el laboratorio, donde se verifican las muestras y se preparan para enviar al herbario donde los especialistas harán su trabajo.


Cuando un árbol cae, se toman los datos importantes para conocer su proceso de descomposición, o sea cuanto demora esa especie en volver a ser tierra. En esta imagen vemos un análisis de dureza de la madera.


Otro de los trabajos que esta oficina compartió con nosotros es el estudio de frutos y flores de estos árboles.


Tomar la muestra de una flor o un fruto no es tarea sencilla, teniendo en cuenta que están muy lejos del suelo y no siempre están presentes.


Ese día tuvimos el privilegio de conocer una flor que hasta el momento nadie en esta oficina había fotografiado.
Quedamos asombrados por tanta belleza, de poder observar algo tan bonito tan lejos de nuestros ojos.


Volviendo a nuestra casa nos quedamos pensando cuantos secretos guardara nuestra madre naturaleza lejos de nuestro alcance, cuantas cosas bellas por descubrir quedan en este planeta, que en la infinita oscuridad del universo es como una gota de agua viajando sin rumbo.


País Arcoíris agradece profundamente a todo el equipo de esta oficina por abrirnos sus puertas a su trabajo privilegiado, convivir en un espacio muy reducido donde pasan largas jornadas durante meses aprendiendo a sobrevivir en la convivencia diaria como seres de esta selva.

Un agradecimiento especial a Juan Sebastián por abrirnos puertas, al Parque nacional natural Amacayacu y a el Instituto SINCHI de donde narramos y publicamos esta pequeña historia con un computador personal y acceso a Internet.